lunes, 12 de octubre de 2009

Accidents Happen

Al final el sábado pudimos volver a Sitges y aunque Manuel no le hacía ascos a una película que pasaban en El Retiro, que era al cine que habíamos ido la vez anterior, se decantó por esta por aquello de pisar el Auditori (con sus cómodas, comodísimas, butacas): Accidents Happen (que quiere decir que los accidentes ocurren) con un guión que podría haber firmado Kate Atkinson sin problemas, porque tiene todos sus elementos preferidos entre los que destacan los dos principales: familia disfuncional y cosas terribles que sin embargo se cuentan con humor (humor de ese en el que te sientes culpable mientras te ríes).

Los accidentes ocurren y la familia Conway puede dar fe de ello. No cuento nada más, que los spoilers en esta película llegan bien pronto.

Baste decir que, aunque es una película de Sitges como podía ser de cualquier otro festival de cine, salimos encantados. Así que si Geena Davies sirve para que le den un estreno y una distribución dignas, mis consejo es que no os la perdáis.

Antes de ella nos pasaron un corto ligeramente relacionado con el tema de esta película que también nos gustó: Not Yet.

Y al salir de la sala, no sé si el espíritu de la película me atrapó o qué, pero si alguien me hubiera seguido con una cámara, medio mundo podría haberse desternillado tanto como Manuel. Salimos y cansados de siempre ir y venir por la misma calle, decidimos ir por la parte de abajo, por la que se ve el mar. Hace un sol de justicia (¡estamos a mediados de octubre, por favor!) que se refleja en el mar, que es algo que siempre resulta bonito a pesar del calor. Decido que quiero inmortalizar el momento para mortificación de Manuel, que prefiere seguir andando en busca de alguna sombra. Y el caso es que cuando estoy haciendo mis fotos pasa un grupo de gente que noto, sin verlos, que me miran raro. Acabo mis fotos, y voy hacia Manuel, que ya está bastante lejos y que por lo visto para que le vea bein necesita ponerse en mitad de la calzada e ignorar el hecho de que un coche se acerca, y yo aún tengo la película muy reciente. Se quita (luego me aclara que ya se había enterado que venía el coche, aunque nadie lo hubiera dicho) y yo vuelvo a mirar al mar, a la playita que tengo justo debajo y entonces... veo, observo y entiendo por qué el grupo de gente me había mirado raro y por qué Manuel sonríe: ¡es una playa nudista! Y aunque yo no la estaba sacando en mis fotos, en fin, era raro, efectivamente.

Vamos a la estación, cogemos el tren de dos pisos, vamos al piso de arriba y nos situamos en el lado idóneo para seguir viendo el mar, ya que el tren transcurre muy pegadito a él. Llegamos a nuestra estación, me levanto y más que sentir dolor oigo el gran ruido que hace mi cabeza al chocar con el techo (¿¡por qué hacen techos tan bajitos y no avisan?! Que si me he dado yo es probable que el 70% de la población pueda darse), y después del ruido bajo la cabeza y me muero de vergüenza - todo el mundo ha levantado la mirada ante el estruendo - mientras me dirijo hacia la salida y veo cómo Manuel se parte de risa. Esperamos en las escaleras a llegar y poder salir mientras nos reímos a carcajadas sin poder parar. Llegamos a la estación, el tren frena y yo noto cómo la inercia puede conmigo a cámara lenta... aterrizo para atrás en las escaleras y me clavo un escalón en la pierna. Salgo huyendo de ese tren infernal mientras Manuel se ríe aun más. Yo también me río, claro. Y así salimos, a carcajadas, con lágrimas en los ojos.

Además, fuera de la estación vemos a lo lejos a unos padres que avanzan con un niño de unos dos años que berrea, un perro bajito y gordo se va acercando, acercando... y cuando llega a la altura del niño va y le embiste con plena decisión. El niño sigue berreando mientras vuela por los aires (10 cm o así, no gran cosa, pero lo vemos también como a cámara lenta) pero ni los dueños del perro ni los padres del niño parecen muy sorprendidos por la situación, y ante tal pasividad Manuel y yo lo añadimos a la lista de accidentes de los que reírnos.

Es innegable: los accidentes ocurren.

Pero a pesar de todo hoy volvemos a Sitges, de despedida de la temporada, aunque ninguna de las películas que hemos visto este año parezca haber ganado nada.

3 comentarios:

  1. Qué bueno ir a Stiges... Me he reído un rato con lo de los accidentes y muy especialmente con la fotografía del sol reflejado en el mar (por cierto, muy bella foto)...y el pensamiento de quienes te veían hacerla, jeje.
    En fin...como bien dices, los accidentes suceden. Intentaré buscar estas pelis por aquí...tienen buena pinta.
    Un abrazo!! Y disfruta de nuevo de Stiges!! Qué suerte!!

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  2. Es lo que tiene.
    Una vez paseando por Vic me tropecé con un escalón, de esos que yo creo que se esconden después que te hayas tropezado, cuando pasaban un grupo de policías militares. Y supongo que por eso del deber todos acudieron en mi ayuda y yo muerta de la vergüenza por la cantidad de gente que vino a ver mi improvisado espectáculo.

    Al final no pude ir a Sitges, ooooohhhh :(

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  3. María: sí, todavía me río yo sola del numerito de la foto. Pero como tú bien dices quedó bien mona ;)

    Iris: ¡qué pena que al final no pudieras ir! Eso sí, gracias por compartir tu accidente, con el que me he reído mucho. Me imagino a los policías militares en tropel, al rescate de la dama en peligro ;)

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